Qué alegría los niños en la playa
con voces y canciones infantiles,
que son cuatro y parece que son miles
tras la ola esperando a ver si estalla.
Sus huellas las expanden por la arena
haciendo la pared de sus castillos,
que enseñan a otros pocos de chiquillos
que acuden para ver esta obra ajena.
Se juntan y ya están todos jugando
en tremenda y sonora algarabía,
por lo cual ya se van multiplicando
los ruidos que en la playa antes había
y los padres felices, observando
que entre todos reinaba la armonía.