Qué triste es el destino del poeta,
que además de lo amargo de los versos
que escribe con vocablos harto tersos
sobre algo que a todos nos inquieta,
recibe el abandono de la gente,
pues muy pocos conocen su poesía,
que en lugar de gozar de primacía
les resulta sin más indiferente.
No importa que su verso sea sonoro,
que el asunto resulte bien tramado,
que la rima la vista con decoro
y lo bello acompañe al decorado,
será igual, que a oropel pasará el oro
y el poeta al final será olvidado.