No vengas desde el fondo del infierno
a poner en desorden lo que pienso,
que algunas veces pongo incluso incienso
a cosas al azar, por desgobierno.
No quiero recordar de cuando niño
jugaba sin pensar en ningún juego,
pues era tan intenso mi trasiego
que vuelvo a sufrir más, si lo escudriño.
Vete lejos, maldita época aquella
en que solo y tan huérfano de todo,
lo malo me seguía como huella
viniendo a refugiarse en mi recodo,
socavando mi ser hasta hacer mella
y vivir desde entonces de ese modo.