Pensar en la política da asco,
si estás dentro de ella mucho más,
pues unas veces vienes y otras vas
y siempre acompañándote va el fiasco.
Prometen lo que no nos pueden dar
con bonitas palabras de señuelo
donde esconden, arteros, el anzuelo
que las gentes terminan por tragar.
Apacientan con maña su rebaño
que opina todo entero como el dueño
y si algunos se van del coro al caño
los vuelven a meter en su diseño
diciéndoles que enfrente hay sólo engaño,
mintiendo, si es preciso, en tal empeño.