Al niño que llegara en la patera,
los niños del colegio le adoraban
y todos, voluntarios, se empeñaban
en tratar de enseñarle como fuera.
Pasaron muchos meses en la escuela
y el niño se integró perfectamente
y como era un chaval inteligente
consiguió el olvidarse la secuela
de venir de un país harto lejano
con costumbres dispares de las nuestras
y pudo, como todo ser humano,
demostrar que si ayudan gentes diestras
se aprende si te echan una mano
personas ejerciendo de maestras.